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Parroquia de Santa María de Moià, arciprestazgo de Moianès, diócesis de Vic

CG, legajo 1674, exp. 2, folios 255 y 256. El 4 de abril de 1941, el ecónomo Ramón Cabanas escribe:

"Dentro del término parroquial de Moyá no fue asesinado ningún sacerdote, religioso ni seminarista; ni persona seglar alguna cuya causa inmediata de asesinato fuera su marcada significación religiosa; pero de la población se llevaron los rojos, para luego asesinarlos, cuatro sacerdotes, residentes en la misma, llamados: Pedro Perramón Paloma, Párroco-Arcipreste, y Justo Morató Carner, Beneficiado, asesinados en la vecina Parroquia de Collsuspina a 29 setiembre de 1936; Evaristo Morató Carner, Beneficiado, asesinado el 10 de agosto del mismo año en la vecina Parroquia de Calders; y Pedro Bertrán Verneda, que murió en el Hospital Clínico de Barcelona a 25 febrero de 1937, a causa de los malos tratos y sufrimientos de que fue víctima durante el tiempo que lo tuvieron prisionero en el Uruguay y en Montjuich. También se llevaron a dos religiosos llamados: P. Marcelino Forcada Blanch, de las Escuelas Pías, residente en Mataró, y que asesinaron en la Parroquia de Santa María de Aló a 28 setiembre de 1936; y el Hno. Hospitalario Francisco Ponsá Casallachs, residente en San Baudilio de Llobregat, y que, en la misma fecha que el anterior, asesinaron en la Parroquia de San Félix de Codinas.

Segundo: Fueron todos asesinados con arma de fuego, y no consta que fuesen martirizados.

Tercero: Fueron completamente destruidas, hasta en su obra de fábrica, dos iglesias: una grande, dedicada a S. Sebastián, y otra más pequeña, dedicada al Sdo. Corazón de Jesús. Las piedras de la primera sirvieron para la construcción de unas escuelas, que no han de terminarse.

Cuarto: La iglesia parroquial, muy grande y muy rica, y otras cuatro iglesias, dedicadas una a S. Antonio, en el Colegio y residencia de P.P. Escolapios, otra a S. José, otra a S. Pedro y la del Hospital, fueron profanadas y saqueadas, no dejando en las mismas ni altares, ni imágenes, ni ornamentos; y fueron destinadas la parroquial para aserradora, almacén de leña, corral, instrucción militar y refugio de tropa. La de S. Antonio, con su convento, sirvió para refugio de marxistas provincianos, cuadra-almacén, hogar, hospital, escuela, cine, teatro y salón de baile. La de S. José para cuadra y almacén de pajas. La de S. Pedro para corral de ganado lanar; y la del Hospital, de Hnas. Carmelitas, la destinaron a sala de operaciones y para la Cruz Roja.

Quinto: No hay que mencionar ningún hecho interesante que revele refinada persecución religiosa."

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